viernes, 15 de febrero de 2008

Economia y Ministro Astori

SE PREPARAN PARA LA RETIRADA


En la última edición del pasado año expresábamos que el gobierno había sometido a la economía uruguaya a una situación de “recalentamiento” —traducido en inflación— a raíz de sus políticas fiscal, monetaria y salarial. El gobierno, como era de esperar, procuró pasarle la factura a todos los demás (los precios internacionales, los empresarios especuladores y rapaces, etc.). Pero la verdad verdadera es la que acabamos de enunciar: el gobierno generó la inflación. Y cuando quiso parar la mano, apeló a manotazos desprolijos, siempre evitando hacer lo que debía: frenar la expansión del gasto.Pero no sólo el gobierno no frenó la expansión del gasto público. La perspectiva es mucho peor. Porque en su última exposición en ACDE, el Ministro Astori, con aire triunfal, explicó que se proponía llevar el gasto a una expansión del 20% en los próximos dos años, lo que significa que el gasto termine alcanzando el 47% del PIB al final del quinquenio. En suma, anunció un hermoso carnaval electoral.Pero lo carnavales electorales se pagan, porque no solamente suponen una utilización indebida del poder del Estado con fines espurios, sino que —veremos— dejan expuesto al país a shocks externos, que el estallido de la burbuja inmobiliaria estadounidense pone de relieve cuán probables pueden ser.Entre las medidas adoptadas por el gobierno, a fines del año pasado, para contener la inflación, se encontró un cambio en la política monetaria. Luego de la brutal expansión sufrida por la base monetaria a mediados de año —pese a que se había anunciado una política restrictiva— finalmente se hizo una —pero sólo una— de las cosas que debía hacerse: frenar la expansión de los medios de pago. Para ello, el Banco Central incrementó la tasa “call” en medio punto, básicamente con el propósito de operar sobre las expectativas de los agentes económicos, pero con indudable impacto sobre el crédito, necesariamente.Pero para que una política antinflacionaria sea, al mismo tiempo, razonable y exitosa, debe ser consistente en varios frentes a la vez. Cuando ello no ocurre, se “sobrecarga” un solo instrumento y las dificultades comienzan a aparecer en varios frentes.Así, el sentido común dictaría que, junto a una política monetaria restrictiva, debe ir una política fiscal prudente, que también frene la expansión del gasto público, y una política salarial acorde, que incorpore la productividad a nivel de las distintas empresas.No es lo que ha hecho el gobierno que —como hemos mencionado más arriba— terminó el año anunciando un festival de gasto sin precedentes y que difícilmente —especialmente por la cercanía del año electoral— esté en condiciones de pararle la mano a sus asociados en el campo sindical.¿Qué consecuencias tiene todo esto sobre la economía?En las últimas semanas hemos podido ver a un dólar tocando el piso simbólico de los $ 20, para luego subir un poco. Es que hay fuerzas que empujan el dólar a la baja, desde el precio del dólar a nivel mundial a la caída en las tasas de interés dispuesta por la Reserva Federal semanas atrás, que induce a los inversores a los depósitos en pesos o unidades indexadas y, por tanto, a vender dólares (empujando el tipo de cambio a la baja) para comprar los pesos requeridos. Pero para que el tipo de cambio no caiga tanto, el BCU y el BROU efectúan compras de dólares con pesos, expandiendo inconvenientemente los medios de pago. Para evitar, entonces, los pujos inflacionarios de esa expansión —que se suma a la “natural” de la expansión del gasto público y la que se vendrá con los aumentos que se registrarán en los Consejos de Salarios— el BCU emite títulos de deuda en pesos para “sacar” esos pesos del mercado, pero eso alienta la tasa de interés al alza, induciendo nuevamente el ciclo de venta de dólares para comprar pesos, etc.En definitiva, la inconsistencia de las políticas fiscal, salarial, monetaria y cambiaria, reduce la competitividad de la economía uruguaya en los mercados externos, no previene adecuadamente los pujos inflacionarios y expone la economía uruguaya —nuestro nivel de vida— a los shock externos que puedan sobrevenir (la explosión de la burbuja inmobiliaria en EEUU es apenas un “aperitivo”).El Ministro Astori y su equipo de “sensatos” dejarán el Ministerio luego de la Rendición de Cuentas y de los retoques al IRPF (es fácil pronosticar que ambas cuestiones tendrán un efecto expansivo, agregando más piedras a la bolsa del combo monetario-cambiario). Se suponía que esa partida de Astori sería el punto de partida de su campaña presidencial, cosa que hoy luce un gigantesco signo de interrogación. Sea como fuere, el Ministro Astori, el sensato, partirá del Ministerio de Economía dejando al Uruguay severamente expuesto a los shocks internacionales y legándole a sus sucesores —especialmente al que asuma en marzo de 2010— la pesada carga política de hacer frente a la factura —que pagaremos nosotros— del carnaval de gasto, la inflación atada a ello, los vencimientos de deuda y la caída en la competitividad. * Nota por Convenio

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