martes, 22 de enero de 2008

Aunque quieran,no pueden.



JULIO MARÍA SANGUINETTI Ex Presidente de la República

Estamos viviendo tiempos en que las normas más elementales de convivencia se violan abiertamente sin que a nadie se le mueva un pelo. Paradigmático ha sido el caso de la actitud del gobierno argentino frente a los cortes de rutas y puentes internacionales sobre el río Uruguay, grosera violación no ya de los tratados sino del elemental derecho de circular que tiene la gente. En otro plano, a la misma conclusión se llega no bien se escuchan las palabras del Presidente venezolano, expresando su "respeto" a las ideas "bolivarianas" de las FARC, una organización terrorista que por medio de la violencia enfrenta -desde hace 40 años- a las autoridades constituidas de un Estado democrático. ¿Se ha visto algún acto más desembozado de intervencionismo de un Estado en la vida institucional de otro? ¿Imaginan ustedes al gobierno de Francia diciendo que comparte las ideas de la ETA y que lo mejor que podría hacer España es reconocerla como un ejército insurgente y no como una organización terrorista?
No son leguleyerías, no son sesudos análisis jurídicos. Se trata simplemente de principios elementales de convivencia pacífica, que se desconocen olímpicamente. O se hace como que no existieran para sorprender al ciudadano desprevenido.
En nuestro país, en estos días veraniegos ha vuelto al tapete el manoseado tema de la reelección presidencial y se habla de que todo depende de la voluntad del Dr. Vázquez, que ya manifestó solemnemente que no aceptaría. Se da de barato que es posible y se hacen especulaciones políticas de un signo y otro sin detenerse a pensar en que al Presidente le está prohibido postularse porque de modo inequívoco lo dice la Constitución de la República.
En efecto, el artículo 77 inciso 5 de la Constitución es rotundo al afirmar que el Presidente de la República "no podrá intervenir en ninguna forma en la propaganda política de carácter electoral". Si ser candidato y aceptar que se use publicitariamente su imagen, no es "intervenir" de alguna forma "en la propaganda política", que baje San Pedro a la tierra y lo diga.
Se recuerda que el Presidente Pacheco fue postulado de ese modo en la elección de 1971 y es verdad. Lo que se olvida es que el tema fue ardorosamente discutido, que en la Corte Electoral se autorizó su candidatura por 5 votos contra 4, incluso con un informe en contra del entonces Secretario Letrado de la Corte Electoral, Dr. Urruty, hoy precisamente Presidente de nuestro tribunal de justicia electoral. En aquel momento la mayoría de los juristas que opinaron desde la oposición -con los frentistas a la cabeza- fueron rotundos en el criterio de que no se podía autorizar esa candidatura.
En cualquier caso, si la cuestión podía merecer algún debate en aquellos años, luego de la reforma de 1996 ya es imposible, porque se establece el candidato "único" por partido (artículo 151) y para su postulación se exige la realización de una elección interna en cada colectividad, fijada por ley para el último domingo del mes de mayo (Disposición Transitoria W).
O sea que no estamos tampoco en las normas de los tiempos de Pacheco, sino en otras muy claras que requieren del candidato presidencial su postulación en una elección interna. Solamente una Asamblea Constituyente, elegida por voto popular, podría abordar el tema, pero los tiempos se han casi agotado para ese procedimiento y por cierto nadie habla de él.
¿Cómo, entonces, se sigue discurriendo livianamente sobre el tema, como si fuera algo normal, aceptado, inscripto en los procedimientos habituales?
Por supuesto, los miembros de la Corte Electoral guardan silencio, porque no pueden prejuzgar en un asunto de su eventual competencia, pero algunos de ellos -como el propio Presidente- comprometieron ya su opinión en jurisprudencia pública. Y esto es sabido.
Ni siquiera entramos en este artículo en las razones políticas que devalúan el planteo. Es obvio el estado de desasosiego en que se encuentra el partido de gobierno, buscando ansioso un camino que le permita preservarse en el poder. Pero no queremos deslizarnos a ese terreno para exclusivamente exteriorizar nuestro asombro a que la iniciativa se siga conversando como una posibilidad cierta.
Por cierto, no es pecar de suspicacia imaginar la maniobra que se pretende, que no es otra que la de lanzar un movimiento de recolección de firmas y con ellas en la mano ir a presionar a la Corte Electoral, con los consiguientes agravios y descalificaciones, pese a que esta Corte proclamó al Dr. Váz-quez Presidente en una elección estrechísima, con una mayoría de sólo 9 mil votos, por unanimidad y sin que nadie chistara.
En una palabra, hablar hoy de reelección es llevarse todo por delante, desde la Constitución hasta la Corte Electoral y en eso parecen estar quienes vuelven, desde la playa, a replantear la cuestión. Lo que es grave, gravísimo, tanto como el modo con que se soslaya, en la información pública, es la insuperable prohibición constitucional.

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