Nota a cargo del Dr. Jorge Shusman
Con la renuncia de Fidel castro a ocupar la máxima magistratura del país, y la asunción de su hermano Raúl, se abre una incertidumbre sobre el futuro de Cuba, a la vez que se pone en debate los 50 años de gobierno, que para algunos se trata de una revolución en contra del imperio, pero que para la gran mayoría se trata de un dictadura.Desde círculos oficialistas se descuenta que a pesar que Castro, se retira de la conducción del gobierno, se va a continuar con el régimen socialista.Ahora bien, la teoría marxista que sustenta los regímenes socialistas, hablan de la socialización de los medios de producción, es decir, que la producción de los bienes pertenece a toda la sociedad en general, y no a nadie en particular. Además la distribución de la riquezas, se debe realizar de acuerdo a la célebre frase de Marx: ?De cada quien de acuerdo a sus posibilidades a cada cual de acuerdo a sus necesidades?. Tendiendo a una justicia distributiva de los ingresos, hacia los sectores más necesitados de la población.Pero sin embargo, esto no ocurre en Cuba, porque mientras las personas padecen una creciente dificultad económica, por los bajos salarios que perciben, que los lleva a una vida totalmente carenciada, existen ejemplos que traicionan la propia concepción del socialismo. El Comandante de la Revolución Guillermo García Frías, responsable de la flora y la fauna en Cuba. Maneja en forma privada la exportación de animales y en especial la de gallos de pelea. Además posee embarcaciones, y tiene también la renta de cotos de caza, para turismo internacional. Se calcula una fortuna cercana a los 20 millones de dólares. El historiador Eusebio Leal, encargado de turismo en La Habana, posee una empresa turística denominada Habaguanex, la que por orden del propio Castro, está exenta de controles por el gobierno. Se calcula posee una fortuna similar a la anterior.Alejandro Roca Iglesias Ministro de la Industria Alimenticia, es beneficiario de la venta de ron Habana Club, a una firma francesa; además de la adquisición de molinos de trigo y plantas elaboradoras de alimentos. Osmany Cienfuegos Gorriarán, por su parte, ex Ministro de Turismo y Ministro de Obras Públicas, tiene acciones de todas las cadenas turísticas, las cuales están depositadas en España. Orlando Rodríguez Romay, ex Ministro de la Pesca, amasó una cuantiosa fortuna calculada en cerca de 50 millones de dólares, por la venta a empresas fantasmas, de cerca de 100 buques perteneciente a la flota mercante cubana. A Ramiro Valdés Menéndez, quien controla la importación, producción y comercialización de equipos electrónicos, se le calcula una fortuna estimada en 150 millones dólares. Abraham Maciques Fundador de la Empresa Cubanacan S.A. fue acusado de una faltante de 27 millones de dólares, en una auditoría practicada en 1996. No obstante no recibió sanción alguna por ser hombre de extrema confianza de Fidel Castro.Raul Castro, en quien tal cual la monarquía comunista, recayó la Presidencia de Cuba, tiene negocios vinculados a la ventas de armas y petróleo, así como también cadenas de tiendas. Se le estima una fortuna cercana a los 400 millones de dólares. Y por último, según datos publicados por al revista norteamericana Forbes, se le calcula una fortuna personal de 1.400 millones de dólares.Los defensores del régimen argumentan, que dicha revista especializada en el mundo de los negocios y las finanzas, comete el error de considerar como personal lo que en realidad no le pertenece a Castro, sino que es propiedad estatal.Lo cierto que habiendo renunciado Fidel al gobierno, existe preocupación en el mercado financiero internacional, ya que el propio ex mandatario, era garante personal, de los préstamos internacionales adquiridos por el gobierno cubano, tal cual hacen saber a la prensa internacional, funcionarios disidentes del régimen castrista Jesús Marzo y Pablo de Cuba.En fin, todas estas cosas acontecen, cuando se trata de regímenes autoritarios, sin libertad, y sin los debidos mecanismos de contralor que rigen en una Democracia, y que por cierto no existen, en la dictadura cubana.Dr. Jorge Schusman
miércoles, 27 de febrero de 2008
domingo, 17 de febrero de 2008
Oficial y oficialista
JULIO MARIA SANGUINETTI Ex Presidente de la República
El Embajador Álvaro Portillo, como se sabe, es el encargado de atender a los emigrados uruguayos, esos compatriotas que se siguen yendo por su fiebre "consumista", según nos lo ha explicado. Resulta que, en su opinión, los gobiernos anteriores fueron "totalmente prescindentes" a ese tema, olvidándose -entre otras cosas- de la Comisión Nacional de Repatriación constituida en 1985 y presidida nada menos que por el hoy Senador frentista Víctor Vaillant. También califica de "rechazo visceral" la opinión de quienes nos oponemos al voto de los ciudadanos radicados en el extranjero, por la muy racional comprobación de que en la mayoría de las elecciones han votado en tendencias diferentes a las de quienes viven -y a veces sufren- en su propio país.
El Embajador estampa estas afirmaciones en el prólogo de una "Historia del Uruguay en el Siglo XX" que encargó al Departamento de Historia de la Facultad de Humanidades con destino, principalmente, a los uruguayos emigrados y a sus hijos, a raíz de que "la historia oficial, entre otras cosas, escamoteó sistemáticamente las explicaciones profundas y estructurales de la decadencia y crisis del Uruguay de la segunda mitad del siglo XX."
Se trata entonces de combatir una historia "oficial" que alguien habría escrito. Si miramos el panorama uruguayo de los últimos 50 años, ¿dónde está esa historia oficial? ¿Fue la de Pivel, Reyes Abadie, Traversoni o Barrán, o la de Caetano y Rilla, autores todos ellos de amplísima difusión y por cierto no coincidentes en múltiples apreciaciones? ¿O fueron los extranjeros Milton Vanger, Göran Lindhal y Henry Finch?
Quienquiera se preocupe de estos temas, sabrá que han existido relatos e interpretaciones históricas muy distintas, no sólo sobre el Siglo XX sino sobre el nacimiento mismo del Estado uruguayo y la configuración de su nación. Pero como hay que inventar algún mito al cual declarar "el enemigo", allí está la historia "oficial", junto al neoliberalismo y el Fondo Monetario Internacional. Para contrarrestar el mal, entonces, se intenta escribir una historia tan oficial como que la encarga y paga un Ministerio y la escribe un departamento de la Universidad del Estado, bajo el rótulo legitimador de su autoridad académica.
El libro resultante es un trabajo histórico que aplica la metodología habitual en este tipo de obras. Adolece, desgraciadamente, de esos pequeños errores en que no se debiera caer. Por ejemplo, publicar la foto archifamosa de Baltasar Brum antes de su inmolación y decir que le acompaña un grupo no identificado en el que estaría el Ministro de Industrias Edmundo Castillo, cuando claramente quienes aparecen son Alfeo y Lirio Brum y el Dr. Eduardo Acevedo Álvarez. Con todo, no son estos detalles los que preocupan sino, cuando -al aproximarse a la historia reciente- se usan categorías claramente prejuiciosas o se hacen relatos no equilibrados.
Por ejemplo, evocar el plebiscito constitucional de noviembre de 1980, recordar la audición de José Germán Araújo en CX 30 y omitir el decisivo debate en televisión en que los Dres. Enrique Tarigo y Eduardo Pons Echeverry impactaron a una ciudadanía que hacía 7 años no veía una expresión opositora en ese medio masivo.
Por ejemplo, dedicar 16 líneas anodinas al primer gobierno democrático de 1985 y 46 ditirámbicas al primer gobierno municipal del Frente Amplio en Montevideo…
En un plano realmente mayor, titular el período 1985-2005 como "La crisis de la democracia neo-liberal y la opción por la izquierda" es usar categorías de análisis rabiosamente partidistas. No es posible etiquetar un período de rápida rehabilitación del pluralismo político, con un rótulo de "neo liberal" que es muy discutible en lo económico pero que para nada puede calificar -o "des-calificar"- a un sistema político democrático.
En lo económico, incluso, es simplemente un error técnico definir como "neo liberal" a una economía en que el gasto público es 32% del PBI y, dentro de él, el gasto social un 70% del total. Si le añadimos que ninguna de las grandes empresas del Estado (UTE, Antel, Ancap, OSE, Banco de la República) fue privatizada, ¿dónde está la avalancha neo-liberal?
El deslizamiento ideológico llega a su cumbre cuando se ubica entre las reformas "neo-liberales" la constitucional de 1996. O sea que el balotaje y los candidatos presidenciales únicos aparentemente se inspiran en Milton Friedman o la Escuela de Chicago…
En ese capítulo de reformas neo-liberales, se incluye también a la reforma educativa de 1995, aunque se reconozca que fortaleció las instituciones del Estado. Pero se realizan afirmaciones simplemente falsas, como que habían aumentado los índices de pobreza, cuando habían bajado del 46% de la población en 1985 a sólo un 15% en el 2000. (Ya sabemos que la crisis del 2002 nos retrotrajo, pero el avance en el largo período mencionado es incuestionable, tanto como la caída de la mortalidad infantil de un 30 por mil en 1985 a un 14 por mil en 2000). Refiriéndose a esta crisis, se afirma categóricamente que "fue el resultado previsto y previsible de este modelo económico que se mostró insuficiente para garantizar un crecimiento sostenido".
Por lo visto, la quiebra de los Bancos de Montevideo y Comercial, no fueron la causa del desbarranque financiero del país, cuando nadie puede explicarlo si extrae ese hecho del proceso. Podrá decirse que luego de años de crecimiento, a partir de la devaluación brasileña se detuvo esa expansión, pero una cosa es un período recesivo y otra una crisis que notoriamente fue provocada por el crac bancario. Al punto que la recuperación fue rapidísima y ya en 2004 el Uruguay volvió a crecer un 12%, como lo ha reconocido el propio Ministro Astori.
De todo lo cual resulta que la historia "oficial" es además oficialista y que merecería un serio reexamen, sereno, riguroso, meditado, de un grupo de académicos que debieran reconocer que, si bien nadie es objetivo en una reconstrucción histórica, ella no se puede hacer -y más sobre hechos recientes- con el único visor de la concepción que sostiene el gobierno.
viernes, 15 de febrero de 2008
Economia y Ministro Astori
SE PREPARAN PARA LA RETIRADA
En la última edición del pasado año expresábamos que el gobierno había sometido a la economía uruguaya a una situación de “recalentamiento” —traducido en inflación— a raíz de sus políticas fiscal, monetaria y salarial. El gobierno, como era de esperar, procuró pasarle la factura a todos los demás (los precios internacionales, los empresarios especuladores y rapaces, etc.). Pero la verdad verdadera es la que acabamos de enunciar: el gobierno generó la inflación. Y cuando quiso parar la mano, apeló a manotazos desprolijos, siempre evitando hacer lo que debía: frenar la expansión del gasto.Pero no sólo el gobierno no frenó la expansión del gasto público. La perspectiva es mucho peor. Porque en su última exposición en ACDE, el Ministro Astori, con aire triunfal, explicó que se proponía llevar el gasto a una expansión del 20% en los próximos dos años, lo que significa que el gasto termine alcanzando el 47% del PIB al final del quinquenio. En suma, anunció un hermoso carnaval electoral.Pero lo carnavales electorales se pagan, porque no solamente suponen una utilización indebida del poder del Estado con fines espurios, sino que —veremos— dejan expuesto al país a shocks externos, que el estallido de la burbuja inmobiliaria estadounidense pone de relieve cuán probables pueden ser.Entre las medidas adoptadas por el gobierno, a fines del año pasado, para contener la inflación, se encontró un cambio en la política monetaria. Luego de la brutal expansión sufrida por la base monetaria a mediados de año —pese a que se había anunciado una política restrictiva— finalmente se hizo una —pero sólo una— de las cosas que debía hacerse: frenar la expansión de los medios de pago. Para ello, el Banco Central incrementó la tasa “call” en medio punto, básicamente con el propósito de operar sobre las expectativas de los agentes económicos, pero con indudable impacto sobre el crédito, necesariamente.Pero para que una política antinflacionaria sea, al mismo tiempo, razonable y exitosa, debe ser consistente en varios frentes a la vez. Cuando ello no ocurre, se “sobrecarga” un solo instrumento y las dificultades comienzan a aparecer en varios frentes.Así, el sentido común dictaría que, junto a una política monetaria restrictiva, debe ir una política fiscal prudente, que también frene la expansión del gasto público, y una política salarial acorde, que incorpore la productividad a nivel de las distintas empresas.No es lo que ha hecho el gobierno que —como hemos mencionado más arriba— terminó el año anunciando un festival de gasto sin precedentes y que difícilmente —especialmente por la cercanía del año electoral— esté en condiciones de pararle la mano a sus asociados en el campo sindical.¿Qué consecuencias tiene todo esto sobre la economía?En las últimas semanas hemos podido ver a un dólar tocando el piso simbólico de los $ 20, para luego subir un poco. Es que hay fuerzas que empujan el dólar a la baja, desde el precio del dólar a nivel mundial a la caída en las tasas de interés dispuesta por la Reserva Federal semanas atrás, que induce a los inversores a los depósitos en pesos o unidades indexadas y, por tanto, a vender dólares (empujando el tipo de cambio a la baja) para comprar los pesos requeridos. Pero para que el tipo de cambio no caiga tanto, el BCU y el BROU efectúan compras de dólares con pesos, expandiendo inconvenientemente los medios de pago. Para evitar, entonces, los pujos inflacionarios de esa expansión —que se suma a la “natural” de la expansión del gasto público y la que se vendrá con los aumentos que se registrarán en los Consejos de Salarios— el BCU emite títulos de deuda en pesos para “sacar” esos pesos del mercado, pero eso alienta la tasa de interés al alza, induciendo nuevamente el ciclo de venta de dólares para comprar pesos, etc.En definitiva, la inconsistencia de las políticas fiscal, salarial, monetaria y cambiaria, reduce la competitividad de la economía uruguaya en los mercados externos, no previene adecuadamente los pujos inflacionarios y expone la economía uruguaya —nuestro nivel de vida— a los shock externos que puedan sobrevenir (la explosión de la burbuja inmobiliaria en EEUU es apenas un “aperitivo”).El Ministro Astori y su equipo de “sensatos” dejarán el Ministerio luego de la Rendición de Cuentas y de los retoques al IRPF (es fácil pronosticar que ambas cuestiones tendrán un efecto expansivo, agregando más piedras a la bolsa del combo monetario-cambiario). Se suponía que esa partida de Astori sería el punto de partida de su campaña presidencial, cosa que hoy luce un gigantesco signo de interrogación. Sea como fuere, el Ministro Astori, el sensato, partirá del Ministerio de Economía dejando al Uruguay severamente expuesto a los shocks internacionales y legándole a sus sucesores —especialmente al que asuma en marzo de 2010— la pesada carga política de hacer frente a la factura —que pagaremos nosotros— del carnaval de gasto, la inflación atada a ello, los vencimientos de deuda y la caída en la competitividad. * Nota por Convenio
En la última edición del pasado año expresábamos que el gobierno había sometido a la economía uruguaya a una situación de “recalentamiento” —traducido en inflación— a raíz de sus políticas fiscal, monetaria y salarial. El gobierno, como era de esperar, procuró pasarle la factura a todos los demás (los precios internacionales, los empresarios especuladores y rapaces, etc.). Pero la verdad verdadera es la que acabamos de enunciar: el gobierno generó la inflación. Y cuando quiso parar la mano, apeló a manotazos desprolijos, siempre evitando hacer lo que debía: frenar la expansión del gasto.Pero no sólo el gobierno no frenó la expansión del gasto público. La perspectiva es mucho peor. Porque en su última exposición en ACDE, el Ministro Astori, con aire triunfal, explicó que se proponía llevar el gasto a una expansión del 20% en los próximos dos años, lo que significa que el gasto termine alcanzando el 47% del PIB al final del quinquenio. En suma, anunció un hermoso carnaval electoral.Pero lo carnavales electorales se pagan, porque no solamente suponen una utilización indebida del poder del Estado con fines espurios, sino que —veremos— dejan expuesto al país a shocks externos, que el estallido de la burbuja inmobiliaria estadounidense pone de relieve cuán probables pueden ser.Entre las medidas adoptadas por el gobierno, a fines del año pasado, para contener la inflación, se encontró un cambio en la política monetaria. Luego de la brutal expansión sufrida por la base monetaria a mediados de año —pese a que se había anunciado una política restrictiva— finalmente se hizo una —pero sólo una— de las cosas que debía hacerse: frenar la expansión de los medios de pago. Para ello, el Banco Central incrementó la tasa “call” en medio punto, básicamente con el propósito de operar sobre las expectativas de los agentes económicos, pero con indudable impacto sobre el crédito, necesariamente.Pero para que una política antinflacionaria sea, al mismo tiempo, razonable y exitosa, debe ser consistente en varios frentes a la vez. Cuando ello no ocurre, se “sobrecarga” un solo instrumento y las dificultades comienzan a aparecer en varios frentes.Así, el sentido común dictaría que, junto a una política monetaria restrictiva, debe ir una política fiscal prudente, que también frene la expansión del gasto público, y una política salarial acorde, que incorpore la productividad a nivel de las distintas empresas.No es lo que ha hecho el gobierno que —como hemos mencionado más arriba— terminó el año anunciando un festival de gasto sin precedentes y que difícilmente —especialmente por la cercanía del año electoral— esté en condiciones de pararle la mano a sus asociados en el campo sindical.¿Qué consecuencias tiene todo esto sobre la economía?En las últimas semanas hemos podido ver a un dólar tocando el piso simbólico de los $ 20, para luego subir un poco. Es que hay fuerzas que empujan el dólar a la baja, desde el precio del dólar a nivel mundial a la caída en las tasas de interés dispuesta por la Reserva Federal semanas atrás, que induce a los inversores a los depósitos en pesos o unidades indexadas y, por tanto, a vender dólares (empujando el tipo de cambio a la baja) para comprar los pesos requeridos. Pero para que el tipo de cambio no caiga tanto, el BCU y el BROU efectúan compras de dólares con pesos, expandiendo inconvenientemente los medios de pago. Para evitar, entonces, los pujos inflacionarios de esa expansión —que se suma a la “natural” de la expansión del gasto público y la que se vendrá con los aumentos que se registrarán en los Consejos de Salarios— el BCU emite títulos de deuda en pesos para “sacar” esos pesos del mercado, pero eso alienta la tasa de interés al alza, induciendo nuevamente el ciclo de venta de dólares para comprar pesos, etc.En definitiva, la inconsistencia de las políticas fiscal, salarial, monetaria y cambiaria, reduce la competitividad de la economía uruguaya en los mercados externos, no previene adecuadamente los pujos inflacionarios y expone la economía uruguaya —nuestro nivel de vida— a los shock externos que puedan sobrevenir (la explosión de la burbuja inmobiliaria en EEUU es apenas un “aperitivo”).El Ministro Astori y su equipo de “sensatos” dejarán el Ministerio luego de la Rendición de Cuentas y de los retoques al IRPF (es fácil pronosticar que ambas cuestiones tendrán un efecto expansivo, agregando más piedras a la bolsa del combo monetario-cambiario). Se suponía que esa partida de Astori sería el punto de partida de su campaña presidencial, cosa que hoy luce un gigantesco signo de interrogación. Sea como fuere, el Ministro Astori, el sensato, partirá del Ministerio de Economía dejando al Uruguay severamente expuesto a los shocks internacionales y legándole a sus sucesores —especialmente al que asuma en marzo de 2010— la pesada carga política de hacer frente a la factura —que pagaremos nosotros— del carnaval de gasto, la inflación atada a ello, los vencimientos de deuda y la caída en la competitividad. * Nota por Convenio
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