domingo, 21 de junio de 2009

Batllismo y Frentismo



JULIO MARÍA SANGUINETTI

Desde que irrumpió la concepción batllista adentro de la tradición del Partido Colorado, se ha discutido si era solamente una evolución social de la filosofía liberal o implicaba un real desvío hacia el socialismo. El tema fue arduamente discutido en 1917, entre el propio Batlle y Ordóñez y Celestino Mibelli. Batlle venía de ser derrotado en las elecciones de la Constituyente, en el Partido Colorado se vivía un clima de reproches (con el sector conservador exultante) y Mibelli, quien había sido redactor de "El Día", sustentaba ideas socialistas que Don Pepe rechazaba. Este recuerdo viene a cuento de que existen hoy quienes dicen que el Batllismo está más bien en el Frente Amplio, lo que nos impone fundamentar nuestro rotundo rechazo:

1) LUCHA DE CLASES. En el Frente Amplio se vive intensa y profundamente el concepto de lucha de clases: los ricos contra los pobres, la Unión y La Teja contra Carrasco. Lo ha dicho una y otra vez el Senador Mujica y está detrás de todos los actos y dichos del Frente Amplio. El Batllismo rechazó siempre, y rechaza, esa idea. La lucha de clases no es el motor de los cambios: la experiencia histórica nos dice que instaló una "dictadura del proletariado", configurada como el totalitarismo de una "nomenclatura". La historia del Uruguay, bajo el Batllismo, es la demostración opuesta, al construirse una democracia basada en amortiguadoras clases medias.

2) DEMOCRACIA POLÍTICA. El Batllismo ha sido fiel siempre a una concepción democrática y cuando algunos de sus dirigentes se apartó de esa idea, fue relegado y perdió toda influencia. En el Frente Amplio, por el contrario, todos sus sectores estaban dispuestos en 1973 a sumarse a los militares en el Golpe de Estado si se cumplían los comunicados 4 y 7. Por lo mismo, pueden considerar demócrata al gobierno venezolano de Chávez y seguir admirando una Cuba totalitaria, donde la totalidad de sus habitantes son prisioneros, como lo comprobamos patéticamente todos los días. En su seno permanecen, incluso, grupos no democráticos como el viejo comunismo o el propio MLN, que continua glorificando su pasado revolucionario.

3) POLÍTICA EXTERIOR. El Batllismo fue siempre pro occidental, se alineó con los aliados en las dos guerras mundiales, mantuvo -desde la Cancillería de Baltasar Brum- una relación amistosa con EE.UU., fue militante en contra de Franco, Mussolini y Hitler, prohijó el nacimiento de Israel y sigue fiel a su causa. A la inversa, no hay acto frentista en que no aparezcan las banderas del terrorismo palestino y las dictaduras, si son de izquierda, le parecen beneméritas: Fidel es un revolucionario y Pinochet un dictador… Es verdad que el actual Presidente mantuvo una buena relación con EE.UU., especialmente en el período de Bush, pero es indudable que el Frente, su Congreso y sus actuales conductores, revistan en ese tercermundismo trasnochado que aún recorre América Latina.

4) PROPIEDAD PRIVADA. El Batllismo defendió siempre la economía de mercado y la propiedad privada. Es más, fue acusado de ser excesivamente protector de las empresas industriales. Es notorio que el Frente apenas tolera la propiedad privada, la agrede de todos modos, legaliza las ocupaciones y restringe las compras de tierras, entre tantas otras medidas.

5) SEGURIDAD SOCIAL. El Batllismo construyó una sólida red de seguridad social, conducida por el Estado, a la que añadió, en los últimos años, un sistema jubilatorio de ahorro individual, complementario del estatal que iba derecho a un colapso. El Frente ha instalado, remedando los gobiernos populistas, el sistema de comprar la conciencia de los más pobres, dándoles dinero contante y sonante: permanecen pobres, se les quita todo culto al trabajo, se estimula su informalidad y así siguen atados al burócrata administrador.

6) ORDEN PÚBLICO. El Batllismo nunca confundió su legislación humanista (por ejemplo, la abolición de la pena de muerte), con el debilitamiento de la fuerza del Estado para mantener la vigencia de la ley. Hasta fue a la guerra cada vez que sintió esa estructura amenazada. El Frentismo, después de 40 años de agredir a la policía y confundir represión del delito con dictadura, no logra entender que la causa de los derechos humanos empieza en que el ciudadano no viva atemorizado.

7) ROL DEL ESTADO. El Batllismo construyó un Estado Benefactor y grandes empresas del Estado, que en su tiempo fueron monopolios públicos. Continúa defendiendo su existencia, pero en competencia con empresas privadas y aun asociadas a alguna de ellas. El Frentismo, como lo hizo con el agua, cree en un Estado monopolista y excluyente, que no reconoce margen a la actividad privada.

8) LAICIDAD. Para el Batllismo es principio esencial que el Estado sea imparcial frente a las religiones y que, especialmente en la educación, no practique favoritismos filosóficos o políticos. El Frentismo reduce la laicidad a la religión y cree que la educación debe difundir valores políticos propios de su concepción, transformándola en adoctrinamiento.

Podríamos seguir enumerando diferencias. Basta con ellas para entender que el Batllismo no es conservador ni socialista. Ni lo fue ni lo es. Pensando en términos europeos es lo que en Francia fue en su tiempo el Partido Radical de Clemenceau, o en España la social-democracia de Felipe González o en Gran Bretaña la "tercera vía" de Tony Blair. Podrá gustar o no, pero ese ha sido y es el pensamiento Batllista, determinante en la configuración política y social del Uruguay moderno. No se puede confundir jamás con esta oleada de incivilidad que abandona el espíritu de superación que configuró la clase media, hoy vapuleada por la instalación de una mirada hacia abajo, despectiva hasta de la hermosa lengua castellana que todavía hablamos.


El País Digital

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