sábado, 23 de agosto de 2008

LA POBREZA, GRAN FRACASO FRENTISTA

El Partido Colorado puede exhibir, con tranquilo orgullo, que durante sus gobiernos, la pobreza bajó...

LA POBREZA, GRAN FRACASO FRENTISTAEl Partido Colorado puede exhibir, con tranquilo orgullo, que durante sus gobiernos, la pobreza bajó consistentemente y pudo el Uruguay compararse, con amplia ventaja, frente a los demás países de América Latina, y aún los de Europa.Cuando en 1986 comenzó el primer gobierno democrático después de la dictadura, el 46.2% de la población vivía bajo la línea de pobreza. Al terminar la primera presidencia de Sanguinetti había bajado a 26.6% y la indigencia de 7.7% a 2.6.Al terminar el gobierno de Lacalle siguió bajando a 15.3% y 1.2% respectivamente. Estos guarismos se mantienen prácticamente hasta el año 2.000, cuando irrumpe la crisis y se produce un retroceso fuerte, que llega al 31.2%, muy negativo por cierto pero bastante por debajo de los viejos guarismos anteriores a la irrupción democrática.En 2007, luego de 5 años de expansión económica, a una tasa superior a la del todo período considerado, seguimos por debajo de 2001, cuando ya llevábamos dos años de crisis regional, con devaluación brasileña incluida. En efecto, en ese año la pobreza afectaba al 18.8% y hoy, todavía, al 25,5%, con una baja muy poco relevante, desde un 31% en 2004, en que el crecimiento comenzaba a repercutir favorablemente, pues el último año del gobierno anterior mostró un crecimiento del 11.8%, en 2004, después de la crisis. Estos guarismos formidables de crecimiento (un 7% en los últimos 3 años) no se han reflejado como debieran en la baja de la pobreza.Estos son datos concluyentes, demostrativos de la eficacia de las políticas sociales de los gobiernos anteriores y del fracaso de las actuales. Realmente resulta bastante sorprendente la anestesia que padece nuestro gobierno, mondo y lirondo con el Panes, cuando está probado su fracaso. Primero porque la pobreza no ha tenido una baja sustantiva y la indigencia tiene solamente una baja estadística, al medirse por los ingresos. Segundo, porque sus objetivos sociales han fracasado, al punto que bajó en 6.000 alumnos la matrícula de la escuela primaria. Si a eso le añadimos que por vez primera subió la mortalidad infantil, nos encontramos con un panorama por lo menos sorprendente. Lo malo es que no mueve a preocupación en el oficialismo, que se considera exitoso porque simplemente gastó 140 millones de dólares y asume que gasto es igual a mejoría, cuando está claro que no es así. Investigaciones recientes demuestran que en el Panes no ha mediado un contralor suficiente de las obligaciones asumidas por sus beneficiarios y por allí debiera indagarse.Un gobierno que se dice progresista que no hace viviendas ni escuelas, debiera revisar su autocalificación. Porque está claro que estos resultados parecerían coincidir con el más ortodoxo neo-liberalismo: tasas altas de crecimiento y bajas de proyección social.Añadamos que las grandes novedades del gobierno no tienen nada de tal. Se habla todo el tiempo de la ampliación de las asignaciones familiares, lo que está muy bien. Pero se lo hace como si fuera una novedad, cuando ellas nacieron en los años 40, bajo el gobierno colorado del Dr. Amézaga, y en 1999 volvieron a ver ampliado su ámbito. La otra gran novedad es el aumento de las partidas para la educación, cuando hace 50 años que, invariablemente, aumenta esa dotación, como lo documenta el reciente libro “Nacer, crecer y envejecer en Uruguay”. O sea que está muy bien que haya algunos fondos más, pero no es novedad que ocurra lo que ha ocurrido a lo largo de todos los gobiernos. Con el añadido de que se votan fondos, pero luego no se evalúa su rendimiento. En el caso, por lo que se ve, vamos para atrás, porque no se han ampliado las escuelas de tiempo completo —vanguardia en la lucha contra la pobreza— y se ha echado atrás un plan básico que venía asegurando menos deserciones en el sistema lineal.De todo esto se habla y habla todo el día. Pero las realidades son estas.

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